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La Cantine Cavicchioli nació en 1928, cuando Umberto Cavicchioli decidió empezar a elaborar vino. Desde entonces, de padres a hijos, de generación en generación, la experiencia y la pasión transmitidas a lo largo de los años han hecho de la marca Cavicchioli un punto de referencia firme y reconocido en el mundo del Lambrusco de Módena. Ahora, como entonces, la producción de Cavicchioli se basa en las instalaciones originales de Sorbara en San Prospero, ofreciendo vinos que satisfarán incluso a los paladares más exigentes con el estilo genuino y el sabor auténtico típicos de las mejores tradiciones de Emilia.
A finales de los años veinte, Italia descubrió que poseía inmensos tesoros arqueológicos, bellos paisajes y, por tanto, un enorme potencial para un nuevo negocio: el turismo. Entre ese patrimonio único en el mundo se encontraban las uvas autóctonas que coloreaban los viñedos de Italia.
Por aquel entonces, en San Próspero, un pueblo cercano a Módena, un hombre apasionado por su tierra, rica en belleza e historia como gran parte de Italia, transformó un taller situado detrás de su casa en una bodega. Fue la primera persona que pensó en prensar la uva local Lambrusca, fermentar el mosto en barricas y embotellar cuando la luna fuera "propicia".
Se llamaba Umberto Cavicchioli y bautizó su Lambrusco di Sorbara con el evocador nombre de Tradizione. Oficialmente, todo empezó el 6 de abril de 1928, y se vislumbraban grandes cosas en el horizonte.
Con los años, la familia creció y hubo más trabajo, por lo que los hijos Umberto, Franco, Romano y Piergiorgio vinieron a echar una mano en lo que ya era un negocio. La empresa creció e Italia también.
Los años 50 fueron los de la reconstrucción: Italia era pobre pero seguía siendo bella y apostaba y ganaba con su creatividad.
Luego llegaron los años sesenta, viajando sobre cuatro ruedas, aunque el medio de transporte era más bien una Lambretta de dos ruedas para recorrer esos seis kilómetros que separaban San Próspero, donde aún se encontraba la planta embotelladora, y Bomporto, en la aldea de Sorbara, donde se procesaba la uva en un nuevo edificio situado en el corazón de la finca.
La empresa se descentralizó y la familia estaba cada vez más unida. En 1964, cuando la joven Gigliola Cinquetti cantaba Non ho l'età en el Festival de Eurovisión, Umberto decidió que había llegado el momento de traspasar la bodega a sus hijos. Así, la red de distribución aumentó y se hizo nacional.
En los años setenta, el Lambrusco, expresión de libertad y tradición, se expande por el mundo.
Después vinieron años de fuerte crecimiento de la distribución, y pronto llegó el momento de dejar que las nuevas generaciones tomaran el timón, que pasó a manos de los nietos Umberto, Sandro y Claudio.
El estilo y el nombre de Cavicchioli se convierten aún más en un punto de referencia en el mundo del Lambrusco de Módena, y hoy puede decirse con razón que la Cantine Cavicchioli es un ejemplo icónico de una historia épica en la vinicultura de Emilia, que ha pasado de ser una saga familiar a convertirse en una empresa vinícola presente en la cartera de las grandes marcas italianas.
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