Cuando el Sr. Dário decidió continuar el arte de su padre, no sólo quería que diera frutos. Las generaciones anteriores se habían ocupado de ello, comercializando la producción local de guindas, famosas por su calidad sin igual, para abastecer a los licoreros más reputados de Lisboa y Alcobaça.

Quería convertirlas en un producto noble, muy por encima de la media, sin los añadidos innecesarios y las frivolidades típicas de la época, esa época en la que los colorantes artificiales eran un valor añadido, exhibido con orgullo en un sello dorado en todo lo que se etiquetaba. Era el conocimiento heredado a través de la tradición oral. Era la pasión feroz por la tierra y todo lo que la rodea en un abrazo. Era el deseo de ver reflejada una cultura muy propia en los ricos colores del mejor licor de guindas. Todo un Oeste cabe en esta cresta que domina la laguna de Óbidos. Y sabe al Portugal de otros tiempos. Oppidum nació, con toda humildad, en 1987. No creció por afán de grandeza, sino por el refinamiento del paladar de un público cuyas exigencias crecen al compás de una oferta cada vez más vasta. Pero donde la singularidad decae. Ése será siempre el emblema de Oppidum. Lo mejor de lo mejor. No es oro. Es carmesí.